Videntes en Puebla de Zaragoza, México, con un buen Tarot Telefónico

Buen Tarot Telefónico en Puebla de Zaragoza

La lectura de las cartas del tarot tiene un origen ancestral, cuyo significado y simbolismo se mantiene vigente. Esta práctica ha evolucionado con los avances tecnológicos para lograr que un mayor número de personas pueda tener acceso a la consulta de una tarotista en Puebla Zaragoza, que les oriente en torno a todos los aspectos detonantes de inquietud y desosiego.

Es así como el tarot telefónico se posiciona como un servicio de calidad con el fin de conducir a quienes recurren a este medio de consulta hacia una mejor situación de vida y un prometedor porvenir.

En Puebla de Zaragoza se puede encontrar un buen tarot por teléfono, recurriendo a la búsqueda por internet de tarot readers profesionales con alto rango de aciertos en sus predicciones. Así como proveedoras del mejor trato hacia sus consultantes, por un servicio exclusivo disponible las 24 horas de los 365 días del año, con tarifas previamente establecidas de acuerdo al tiempo requerido por cada persona y su disponibilidad de presupuesto.

Con el equipo de videntes de Cristina Romero podrás consultar un tarot efectivo y certero cuando lo quieras. Este espacio ofrece la atención telefónica de reconocidas psychics experimentadas en el arte de leer e interpretar las cartas del tarot con presagios certeros.

A la hora de realizar una selección acertada en cuanto a una tarotista calificada, la experiencia definitivamente hace la diferencia. Las tarotistas en Puebla de Zaragoza cuentan con una formación que proviene de una tradición enraizada en sus orígenes, con la fuerza de los poderes extrasensoriales existentes en esta región mexicana, donde leyendas e historias hacen de lo suyo para mantener viva la energía mágica de la ciudad.

Leyenda del Puente de Ovando

Según cuentan los pobladores, la familia Ovando era una de las más acaudaladas de Puebla. Esta familia mandó a construir el Puente de Ovando con el fin de unir su lujosa mansión con el resto de la ciudad al cruzar por encima del río San Francisco. La familia supuestamente tuvo dos hijos: un varón muy fuerte y una hembra, que una vez cumplidos los 16 años se torno en una hermosa jovencita.

La hija se enamoró de un joven de clase media y esta relación fue cuestionada por el padre quien pensaba que, si ella perdía su virginidad con él, no tendría más remedio que aceptar la unión amorosa. Sin embargo, el hecho ocurrió y el hermano de la joven los atrapó en pleno acto. Muy ofuscado, intentó disparar al enamorado, con la  intención  de que ella se interpusiera, recibiendo la bala. El joven queriendo vengar a su amada trató de sacar su espada, pero el hermano fue más hábil y lo asesinó con un cuchillo.

Tras estas tragedias, cuentan que el padre se hizo alcohólico y un día, llegada la madrugada, fue al Puente de Ovando donde se le acercó una mujer pidiendo limosna. El hombre se negó a darle ni tan siquiera unas monedas, pero esta misteriosa mujer resultó ser el espíritu de su hija. Incrédulo intentó huir, pero el nivel del río inexplicablemente subió y el hombre cayó en él, para luego ser encontrado ahogado unos días después.

Se dice que ahora aparece el espíritu de una mujer en el puente pidiendo limosna. Si se le da algo, uno puede cruzar el puente, caso contrario, es arrastrado al fondo de lo que un día fue el río San Francisco.

La Leyenda del Patio de Los Azulejos

Al igual que otros tantos lugares históricos de Puebla, el Patio de Los Azulejos es un inmueble que encierra grandes misterios, pasados y encuentros con otros planos de existencia. Está ubicado en la actual calle 11 poniente número 108, en el centro histórico de la ciudad. Antes de contar el misterio más conocido del lugar, es importante destacar que, aproximadamente en el siglo XVII, esta era una casa religiosa que formaba parte de un complejo arquitectónico conocido como el Templo de Nuestra Señora de Concordia.

Años después, se convirtió en un lugar residencial en que el vivió un abogado que cuando llegaba en las noches antes de subir a su habitación en el segundo piso, se encontraba siempre a un anciano rezando con un rosario en las manos al pie de las escaleras. Al verlo todas las noches, el abogado se acostumbró y empezó a entablar una cierta amistad con el misterioso hombre, empezaron a conocerse mejor y a tener largas conversaciones en la vecindad, que para el momento se encontraba casi deshabitada. En ese tiempo, el viejo abogado se enteró de que su amigo era sacerdote.

Pasó el tiempo y cierto día llegaron a la vecindad unas monjas pidiendo limosna. Cuando llegaron a la habitación de abogado se quedaron a conversar y el hombre les comentó que allí también vivía un sacerdote que tal vez conocían. Las mujeres se miraron extrañadas y le preguntaron el nombre del cura. Al escucharlo no pudieron ocultar su asombro. El abogado les preguntó el por qué de su reacción y le contaron las historia del antiguo convento, de la cual ya se habían enterado de la aparición de un sacerdote que rezaba todas las noches en aquel sitio.

En ese momento el abogado comprendió que su amigo era ese espíritu del sacerdote que vagaba por la vecindad, no soportó la impresión e inmediatamente se mudó de la vivienda para no volver jamás.