Sanar el espíritu: ¿cómo canalizar la ira?

La ira es una emoción muy poderosa que nunca trae nada bueno. Cuando nos dejamos llevar por el enojo solo conseguimos más problemas, malas energías y los más débiles de espíritu pueden terminar siendo agresivas con las demás personas a su alrededor.

Si muchas veces te dejas llevar por esta emoción tan negativa o conoces a alguien que siempre está a la defensiva, sigue leyendo para aprender cómo se puede canalizar el enojo, sanar tu espíritu y ser una persona más feliz y positiva.

¿Cómo reconocer la ira?

La ira es una emoción que puede tener distintos niveles y muchas veces depende de aquello que la desencadena, el nivel más bajo es un disgusto y el más grave es la furia.

Estando en un nivel alto de enojo, una persona puede presentar síntomas psicológicos o físicos como el aumento la presión sanguínea, la alteración de la respiración y la producción de ciertas hormonas como la adrenalina o el cortisol.

Observa cómo responde tu cuerpo cuando te enojas para que estés alerta y trates de calmarte. ¿Sudas, tu cara se vuelve roja, tu corazón late más rápido, aprietas la mandíbula?

Cuando alguien experimenta un arrebato de cólera puede perder la capacidad de racionamiento diciendo o haciendo cosas de las que luego, en la mayoría de los casos, se arrepiente.

¿Cómo controlar la ira y sanar tu alma?

La manera instintiva y natural que tenemos las personas para expresar nuestra ira es a través de la agresividad, ya sea gritando, arrojando cosas o hasta golpeando.

El sentimiento de agresividad no debe reprimirse, pero debe canalizarse para que sea liberado de una manera más sana para el espíritu.

Esto se puede lograr siguiendo los siguientes consejos y estrategias.

Reconocer el problema

¿Qué es lo que realmente te molesta?

Debemos ser capaces de afrontar nuestra ira, identificar la verdadera razón por la que estamos reaccionando y para esto es importante hablar con alguien para desahogarnos y expresar lo que sentimos.

En caso de que nos sintamos muy frustrados, debemos buscar preferiblemente la ayuda un terapeuta o psicólogo.

Pero si estamos lo suficientemente calmados y nos sentimos en capacidad de hacerlo, lo mejor es conversar con la persona causante de nuestra emoción, para esto debemos mantener la mente abierta y enfocarnos en que todo tiene solución.

Si el problema que has identificado no está bajo tu control, déjalo ir, no te preocupes porque no vale la pena, pero si, por el contrario, puedes mejorar la situación, actúa inmediatamente.

Actividades refrescantes o relajantes

El ejercicio físico nos ayuda a calmarnos de manera natural, especialmente las artes marciales como por ejemplo el boxeo, judo, taekwondo, kickboxing, etc.

Si no eres una persona muy atlética no te preocupes, siempre hay algo que puedes hacer para ayudar a liberar tensiones, como un paseo al aire libre o andar en bicicleta. También vale gritar, llorar, escuchar música o escribir.

Las actividades relajantes y meditativas como la meditación, el yoga o el tai chi también son una solución genial para el control de la ira, ya que ayudan a reducir o eliminar los pensamientos o sentimientos que te llevan a sentirte de esa manera.

Algo que puedes hacer en casa es tomarte unos minutos para cerrar los ojos, respirar profundamente y tratar de no pensar en nada. Es algo que puede resultar muy difícil, pero es importante que hagamos el esfuerzo, sólo con intentarlo estaremos más relajados.

También en casa podemos relajarnos y pensar en algo agradable, repitiendo frases positivas como: “Elijo estar tranquilo” o “Pronto resolveré la cuestión que me altera”, etc.

Mejorar la comunicación

Escucha atentamente lo que la otra persona te está diciendo en realidad y exprésate con claridad. A veces nos dejamos llevar por la frustración sin ni  siquiera haber entendido lo que la otra persona expresa, esto implica enojarnos sin motivo alguno.

Piensa antes de hablar. Valora lo que vas a decir porque puedes herir a las demás personas o hacer que se convierta en un conflicto mayor, sobre todo si se trata de algo laboral.

Cuando hablamos con una persona en más de una ocasión y las cosas no salen bien, no siempre es la culpa del otro, quizá nosotros no nos hemos explicado bien. Si escuchas lo que dices, preguntas a la otra persona lo que ha entendido y aclaras sus dudas, te evitarás muchos problemas.

Tomar vacaciones

Tómate unas vacaciones, un descanso de fin de semana o un paseo por un lugar en el que no hayas estado, algo fuera de la rutina y que te permita pensar en algo más que los problemas.

Haz una caminata por una playa o un parque, un lugar que te permita estar en contacto con la naturaleza, respirar profundo y reflexionar sobre lo que deseas y en cómo calmar tus ánimos.

En ese tiempo, trata de no entrar en contacto con las cosas que te ponen de mal humor, como el exceso de trabajo o el tráfico en la ciudad, para que puedas mantener pensamientos positivos.

Es importante saber que un poco de enojo es necesario para nuestra supervivencia, pero debemos recordar que siempre los extremos son malos. Todos podemos enojarnos de vez en cuando, sin embargo, esto se convierte en un problema cuando esos episodios se repiten en demasiadas ocasiones.

Recuerda que dejarnos llevar a menudo por la ira puede traernos consecuencias físicas como arritmias, daños hepáticos, dolores musculares, gastritis, dermatitis, entre otras enfermedades.

Si crees que estás demasiado “enojón” últimamente, quizás sería bueno que tengas en cuenta estas estrategias que te ayudarán a sanar tu espíritu.

Valen